Historia
Para el cristianismo y desde la época desde la alta Edad Media hasta la reforma protestante de Lutero, la peregrinación a Roma, más concretamente a la Santa Sede de la Ciudad del Vaticano, supone un elemento común en la cristiandad de la totalidad del continente europeo. Eso sí, la popularidad de esta peregrinación ha sufrido altibajos durante la historia. Los altibajos han venido dados en función de unos factores bastante diversos. En primer lugar, las peregrinaciones, también cristianas, como son las de Jerusalén y Santiago de Compostela, han adquirido una mayor popularidad entre las personas que han decidido realizar una peregrinación. Además, las posturas que las nuevas iglesias reformadas adoptaron el culto a distintos santos y reliquias.
El factor clave del perdón y posterior redención del peregrino después de llegar a Roma alcanza los picos más altos de participación en los años jubilares. El flujo de personas que realizan esta peregrinación durante el años jubilar es mucho mayor ya que se abren las Puertas Santas de las cuatro basílicas mayores de Roma.
La principal vía que se utilizó desde el comienzo de la peregrinación a Roma fue la Vía Francígena, que comenzando en Canterbury, atrevesaba de norte a sur la totalidad del territorio francés. A medida que este camino se iba acercando a la ciudad donde descansaba San Pedro, se le iban uniendo desde distintas vías de peregrinos que venían por ejemplo de España.

La peregrinación a Roma tenía un claro porqué. Y es que, si a Tierra Santa se peregrinaba porque llegar por ejemplo a Jerusalén o en su contra a Belén, significaba poder recorrer los mismos lugares que en su día recorrió Jesús, la peregrinación a Roma significaba, hasta que se descubrió la tumba de Santiago, poder venerar el único lugar en el que uno de los doce apóstoles, Pedro, se hallaba sepultado. El objetivo principal de los peregrinos que acudían a Roma era la curación de los pecados. Recordemos que San Pedro, según la Biblia, se constituía como el paso o no al Cielo, ya que según las creencias él era el guardián de las puertas del Cielo. Por tanto, lo que la mayoría de éstos peregrinos trataban de encontrar al llegar a Roma era la absolución de sus pecados y por tanto el fácil acceso al Cielo después de su muerte.
Así vivió la experiencia Esther González cuando viajó a Roma con su colegio.
