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Santiago

Catedral de Santiago de Compostela

En el siglo X se levantó unn templo de tres naves sobre una iglesia del siglo anterior y manteniendo algunas piezas de esta como la escultura del Apóstol Santiago. A finales del siglo XI se procede a levantar un gran templo acorde con la nueva arquitectura románica sobre el sepulcro de Santiago. El promotor fue el obispo compostelano Diego Peláez, quien dispuso su construcción conservando, mientras que duraba la nueva obra, el primitivo santuario. En 1112 tras varias disputas entre los arquitectos y el rey Alfonso VI se demolió la basílica prerrománica concluyendo la obra  menos la fachada occidental y un tramo interior.

 

El proyecto de catedral compostelana corresponde al mejor exponente de la tipología de iglesias de peregrinación. Es un  en el que se articulan todas sus partes  de una manera armónica, tal fue su perfección paradigmática que los constructores de San Martín de Toursla tomaron como modelo. Se trata de un edificio con tres naves y amplio crucero también de tres naves al que se abren capillas semicirculares. La girola que rodea el altar mayor y sobre las naves laterales corre una tribuna que contrarresta el peso de las bóvedas de cañón de la nave central, creando un espacio desde el que los peregrinos podían asistir al culto.  Las obras de la catedral se finalizan en 1168 con la contratación, por parte de Fernando II, del maestro Mateo, el arquitecto que diseña la cripta sobre la que se asienta el último tramo de las naves y el pórtico entre las dos torres. Sobre la gran fachada occidental se encuentra el conocido Pórtico de la Gloria. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


El edificio se proyectó con nueve torres que le daban a la catedral un aspecto de fortaleza. Las torres de la fachada occidental se sustituyeron en el siglo XVIII por la famosa fachada del Obradoiro, labrada en estilo barroco por Casas y Novoa. En este mismo estilo se reelaboró la fachada de Platerías, sustituyendo a la primitiva románica.

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